La fábrica valenciana de Caudete de las Fuentes, única en Europa, diezma la población de insectos muy dañinos para la agricultura y la gente mediante una técnica respetuosa con el medio ambiente
Por esta razón, relacionada con los problemas para la apertura de nuevos mercados como el estadounidense, muy exigente con el control de plagas, la Generalitat abrió en 2006 este Centro de Control Biológico de Plagas. Además, en los últimos años, la necesidad de reducir los productos químicos y ser más respetuosos con el medio ambiente ha ido ganado peso. Ahora tiene capacidad de producir 500 millones de machos estériles a la semana y es la única en Europa, la tercera del mundo, tras las plantas de Guatemala y México, orientadas hacia el mercado norteamericano. Ahora, el Gobierno valenciano quiere multiplicar la producción con la ampliación de las instalaciones.
En resumen, la planta valenciana se dedica a producir machos estériles que al ser liberados en el campo a través de medios aéreos copulan con hembras silvestres. Para resultar más atractivos sexualmente que los machos silvestres, los esterilizados son sometidos también a un tratamiento de aromaterapia con aceite de jengibre. De la cópula nacen huevos que no son viables y, en consecuencia, no dan lugar a descendencia. Así se obtiene un descenso de las poblaciones con el paso de las generaciones, lo que permite mantener la plaga por debajo de los umbrales económicos previstos, explica Nacho Pla, responsable técnico del proyecto. No se trata de erradicar la presencia de esta mosca ya detectada en España en el siglo XIX, un objetivo de muy difícil consecución, sino de controlarla y hacerla sostenible.
Los resultados reflejan que en los últimos años ha habido una muy pronunciada disminución de las hectáreas de cítricos tratadas con productos químicos mediante medios aéreos (de unas 330.000 a principios del siglo XXI a apenas unas miles de hectáreas en la actualidad). Al mismo tiempo, se ha incrementado el volumen de las exportaciones. Por ello, la bioplanta ha puesto en marcha un proyecto piloto aplicando la misma técnica contra un insecto que ataca directamente a las personas: el mosquito tigre que, además de resultar muy molesto, es vector de enfermedades como el dengue (en Francia se detectaron más de 50 casos ya autóctonos en 2022), el chikungunya o el zika, entre otras.
Las primeras pruebas son alentadoras. Se liberaron machos estériles de este mosquito, originario del sudeste asiático, en la localidad valenciana de Polinyà del Xúquer, con una población y unas características climáticas similares a la de la Albalat de la Ribera, donde no hubo suelta de estos insectos. En el primer municipio se detectó una reducción del 75% del mosquito tigre con respecto al segundo. Los machos no pican, las hembras, aunque fueran esterilizadas, seguirían picando.
En la fábrica se reproduce con fidelidad el hábitat para que los huevos puedan desarrollarse y producir moscas. Buena parte de los machos están destinados a ser esterilizados mediante radiación que se aplica en un acelerador de electrones ubicado en la población de Tarancón, siguiendo los procedimientos marcados por la Agencia Internacional de Energía Atómica; otros se conservan para procrear nuevos huevos con las moscas hembra y mantener la producción incesante. Las pupas (estado por el que pasan algunos insectos en el curso de la metamorfosis que los lleva del último estadio de larva al de imago o adulto) son enviadas a un evolucionario de Moncada donde ya emergen adultos preparados para su liberación.
Nacho Pla, que trabaja para la empresa pública Tragsa, incide en que la TIE debe formar parte de un proyecto integral de tratamiento que incluye también control de frutales aislados, el reparto de determinados productos fitosanitarios entre los agricultores o el trampeo masivo. Para el seguimiento, se dispone de una red de monitorización con más de 4.000 trampas, de las cuales más de 1200 son destinadas a la Ceratitis capitata. También colaboran otras instituciones, como el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA).
La bioplanta ha encontrado soluciones ante las necesidades que han ido surgiendo. Se han recreado en todas sus fases los hábitats que precisa el insecto. Para la dieta larval se emplea una pulpa de remolacha como soporte, entre otros ingredientes como el azúcar y el agua (que nunca falta). La mezcla de la dieta se extiende en grandes bandejas sobre las cuales se distribuyen los huevos.Un tratamiento térmico provoca la muerte de las hembras que no se necesitan debido a la hipersensibilidad de la cepa de la mosca (Viena-8) que se ha escogido. Cuando están en su tercer estadio, las larvas no dejan de saltar para pasar a la fase de pupa, como muestra el director de la planta, Jaime García de Oteyza, metiendo los dedos con naturalidad en una bandeja en un gesto que podría ser la pesadilla de cualquier entomófobo. En el medio natural, equivale al momento en que la larva salta de la fruta y cae al suelo para enterrarse en busca de oscuridad y condiciones adecuadas para evolucionar a pupa.
La Generalitat prevé invertir alrededor de 31 millones en tres años para ampliar la planta de Caudete de las Fuentes y construir nuevas plantas de evolución de machos estériles en Elche y Moncada. “Para nosotros, la lucha biológica contra las plagas es un objetivo prioritario por varias razones que se pueden resumir en su eficacia y en su respeto medioambiental”, afirma el ingeniero agrónomo y secretario autonómico de Agricultura y Desarrollo Rural de la consejería de Agricultura, Roger Llanes, mientras recorre las instalaciones de la bioplanta. “Con esta técnica reducimos el uso de productos fitosanitarios más del 97%. Los beneficios son incuestionables y no solo para los agricultores”, reafirma.